lunes, 28 de septiembre de 2009

Un video

Un video, de tantos del youtube.

domingo, 27 de septiembre de 2009

El Prado arriba, el Prado abajo

Recorres la calle Potosí, giras a la derecha por una de las transversales y bajas unas pocas cuadras para desembocar en la Avenida Mariscal Santa Cruz, que al poco se transforma en la Avenida 16 de Julio, más conocida como El Prado.

Vas bajando y el humo de los coches te raja las narices.

Gente variopinta rompe cualquier estereotipo que uno pueda hacerse de la sociedad boliviana: sociedad “abigarrada”, que dijera el sociólogo René Zavaleta Mercado, limpiabotas con pasamontañas que te reclaman, mujeres indígenas en sus puestos ambulantes ofreciendo todo tipo de productos, desde frutas o batidos o empanadas o refrescos hasta dvds, material escolar, peines, perfumes, pañuelos de papel, puestos de libros adosados a las paredes, el librero te pregunta qué libro estás buscando, también hombres enchaquetados, empleados de banca, oficinistas, jóvenes con uniforme, jóvenes sin uniforme, policías y soldados, coches, coches, coches, para cruzar la calle hay que esperar a la ocasión propicia, buscar el lapso en la corriente de máquinas que saturan la circulación.

Por en medio un bulevar, algo menos congestionado de gente, divide la dirección del tráfico y ofrece al transeúnte una tregua, con bancos para sentarse, parterres con riego automático, en medio del tráfago.

A los lados todo tipo de comercios, bares, oficinas, hoteles, el museo de arte contemporáneo, correos, cines, etc.

Pasada la Plaza de Estudiante, donde se alza la estatua ecuestre del Mariscal Sucre como centro de la rotonda, vemos el edificio de la Universidad Mayor San Andrés, la famosa UMSA; en una pared un mural con la cara del Che y una cita: “Toda nuestra acción es un grito de guerra contra el imperialismo”.

Sigues bajando, apretado en medio de la gente. Al llegar a la calle Aspiazu giras a la derecha y subes, entrando en el barrio de Sopocachi. La congestión cede, hay un cambio.
Al fondo, más allá de todo, el Illimani encanecido observa todos nuestros movimientos.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Sagárnaga

Un charango en condiciones cuesta 500 bolivianos aproximadamente.

Dar vueltas y subir y bajar hasta dar con el Mercado de las Brujas, que resulta ser una calle, un conjunto de calles. Linares. Santa Cruz. Murillo.
Fetos de llama.

-¿Tiene hoja de coca?
-No, más arriba, la esquina.
Me llevo mi bolsita verde, bajo la calle Santa Cruz y vuelvo al punto inicial, la iglesia de San Francisco.

La ciudad entera es un mercado al aire libre.

El picor de nariz persiste, pero cada vez me canso menos.

Humo de coches, fruta pelada, empanadillas, gente deprisa.

No debí dejar que me echaran hielo en el agua.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Entrada a América

A las 15:30 aproximadamente, el avión sobrevuela la costa brasileña. Desde arriba se ven ríos como nunca he visto, que forman enormes islas en su desembocadura, ríos gigantescos. El itinerario continental, después de haber cruzado el Atlántico, cubre la ruta que atraviesa el estado de Maranhao, en el nordeste de Brasil, el sur del estado de Pará, Mato Grosso y primera escala en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Tomamos tierra a las 19.00. Temperatura exterior: 30º C. ¿No estábamos es el invierno austral? Esto no me lo esperaba. Humedad tropical. Amazonia.
A las 22: 5o, dos horas más tarde de lo previsto, el Boeing 737 de Aerosur sale de Santa Cruz hacia La Paz. Ya casi estamos.
Aterrizamos a las 23:45 en el aeropuerto de El Alto. 4100 metros de altitud. 6º C: un frío seco, muy soportable. Bienvenido al altiplano. Al salir del aeropuerto, un cartel me anuncia: "Estás vivo". Me gusta ese recordatorio, sobre todo después de las turbulencias en medio del Atlántico, aunque, como me entero más tarde, se trata de publicidad de una empresa de telefonía.
El taxista Edwin, me baja de El Alto a La Paz. Llego al hotel y descargo en la habitación 708. Es un edificio de doce plantas en el centro de la ciudad.
Estoy muy cansado. También es la altitud. Llevo veinticuatro horas de viaje. Me doy una ducha y me meto en la cama.
Pero no puedo dormir.